viernes, 16 de marzo de 2012

Y... ¿CÓMO SE LLEGA A CRIAR CON APEGO?



Visto lo visto, una de las cosas que hay que reconocerles a las familias que crían desde el respeto es, además de lo obvio, el hecho de que persistan en ello. Y es que el panorama es desolador... los consejos vuelan en todas direcciones y muchas veces disfrazan el mensaje “lo estás haciendo fatal”. Entonces ¿qué es lo que hace que muchas mujeres se mantengan y no sucumban ante la presión de grupo? Y sobre todo ¿de qué depende que no se desmoronen y sigan confiando en sí mismas?

Ya hemos hablado otras veces de la importancia de “la tribu” ya sea ésta presencial o virtual. Y precisamente es a través de las asociaciones familiares, de los grupos de apoyo y de las reuniones de crianza dónde se pueden observar muchos tipos de mujeres-mamás muy distintas pero que comparten caminos similares... y mujeres similares que afrontan las dificultades de la crianza de formas muy diferentes. Esto ¿de qué puede depender? Lo que se propone a continuación es que quizá no lo hace tanto de características de personalidad como de la forma en la que se conoce o se llega hasta la crianza respetuosa.

Se van a exponer cinco tipos de acceso a la crianza, con sus características, los problemas que suelen encontrarse y la forma de solventarlos. Obviamente, no es un estudio exhaustivo ni una suerte de diagnóstico, sino apreciaciones personales después de años de experiencia con grupos de apoyo. Probablemente todas las mujeres tengan algo de cada una. Posiblemente nadie se vea reflejada con toda certeza, y quizás nadie reconozca ninguna característica común con ella misma. Pero es esperable que casi todas tengan una interesante mezcla en su forma de llegar a la crianza con apego y, por tanto, de maternar. 

Pertenecer a uno u otro grupo no es ni bueno ni malo. Se llega y esa es la victoria. Pero saber cuáles pueden ser los puntos flacos quizá sí sea beneficioso para la autodefensa ante opiniones no pedidas o pequeños contratiempos cotidianos. Con esa intención y no otra, está escrito este artículo. No se trata ni de etiquetar ni de señalar.

  • Una de las formas de conocer la crianza con apego es hacerlo de forma intelectual: se llega a través de una dedicación al aprendizaje exhaustiva. En muchas ocasiones son personas con formación (generalmente de tipo no formal o informal, pues en la educación formal no es la "mejor vista" de las opciones)  sanitaria, educativa o humanística previa, pero cuando no es así y proceden de otros campos, el nivel de competencia que alcanzan es altísimo. Es habitual que estén interesadas en varias áreas de la crianza, que lo disfruten e incluso que en ocasiones cambien su perfil profesional para acercarse más al mundo infantil. Suelen ser personas positivas y optimistas, con recursos y con capacidad de buscar alternativas, ante las críticas siempre tienen una respuesta. Por el contrario, para ellas puede ser muy duro aceptar en ocasiones que algo “no funciona”, pues lo viven como un fracaso personal y cargan con mucha culpa. Puede ayudarles el comprender que una crianza es una carrera de fondo, que lo importante no es hacer cosas “que funcionen” para obtener buenos resultados, sino establecer bases firmes; y además, trabajar la diferencia entre “culpa” y “responsabilidad”, asumiendo que no se pueden controlar siempre todas las variables.
  • En otras ocasiones se llega escapando de la propia experiencia personal. Al tener un hijo se reabren las heridas recibidas en la infancia (y no estamos hablando únicamente de malos tratos físicos): la educación recibida, los valores, la actitudes cobran una nueva dimensión, se ven de otra manera y nuevas necesidades salen a la luz: se intenta sanar al niño interior a base de cuidar al nuevo bebé, pero esto puede desestabilizar el equilibrio personal cuando hay algún tipo de problema; aparecen preguntas como “¿por qué haces esto si siempre te he tratado bien?” o “¿en qué he fallado?”. Estas personas hacen mucho énfasis en sus propias actitudes y no suelen tener en cuenta los procesos madurativos de los hijos. Además, ante estas dificultades se reabren las heridas y existe un sufrimiento adicional. Actividades de sanación emocional son insdispensables.
  •  Hay una variante en la experiencia personal, y es esa que se manifiesta cuando se recuerda la infancia como feliz y amorosa y lo que se busca es la repetición de esas condiciones para los hijos. Una buena relación con el niño interior provoca una reflexión sobre la práctica bastante más condescendiente que la anterior, se entiende que hay fases en la maduración, que hay situaciones que se viven de forma transitoria y que “todo pasará”.
  • La organización social actual no facilita la inclusión de los hijos en la vida cotidiana, y no es fácil “hacer piña” con otras madres. Así que en ocasiones, una madre encuentra que su grupo de referencia más cercano, por cercanía, vecindad o familiaridad, cría con apego, con lo cual llega allí a través del “acogimiento”, por casualidad o por simpatía. Esto ocurre principalmente al tener niños recién nacidos o de pocos meses, cuando hay más dudas. En general, es gente práctica, que aprovechan lo bueno que ven y descartan aquello que no les interesa, que no cuadra con su estilo de vida o que les remueve más de lo necesario. En ocasiones permanecen algo al margen del grupo; en otras se sienten cuestionadas y la forma de escapar es presentar problemas recurrentes: por ejemplo, lactancias fracasadas por causas difusas en repetidas ocasiones. No hay una reflexión profunda sobre las dificultades auténticas, aparecen las incongruencias y se cede a la presión externa con facilidad. No suele mantenerse una auténtica crianza respetuosa a lo largo del tiempo, aunque sí se pueden conservar algunas características importantes, de forma inconexa. 
  • A veces ocurre que media una cuestión “estética”, o de moda en la asunción de patrones de crianza. Suele darse estando ya embarazada y buscando información, y habitualmente les sucede a mujeres activas y curiosas... comparando distintas opciones aparece una simpatía o gusto estético por alguna características muy concreta de la crianza, y ello la acaba arrastrando hasta otras con las que comparten espacio. Por poner un ejemplo: es raro que una mujer que decida disfrutar de su bebé llevándole en un portabebé opte como primera opción por una lactancia artificial. Además, estas mujeres suelen parecer muy seguras de sí mismas y con mucha fortaleza personal. El problema de esta “inmersión” es que en ocasiones se va haciendo muy extrema en los comienzos, pero luego flaquea con cierta facilidad cuando los niños comienzan a tomar sus propias decisiones y a separarse en la díada mamá-bebé. Esto puede desestabilizar a las familias, que comparten momentos de muchísimo apego con otros de cierta lejanía y sobre todo, cansancio y frustración ante la tarea. Pueden aparecer resentimientos hacia el pequeño o tristeza por las costumbres “perdidas”. Recordar que el tiempo pasa volando y que se debe buscar tiempo para el autocuidado ayuda a recobrar el equilibrio, así como aceptar los errores y los puntos más débiles. 
  • Por último, en ocasiones, la crianza con apego simplemente “surge”. No importa cuáles sean las ideas de partida, dónde esté montada la cuna o las opiniones de la suegra. Si el bebé llora y se calma al meterlo en la cama, allí se queda... y ya habrá tiempo al día siguiente para buscar en internet si eso está bien, mal, lo hace más gente o cómo se llama. Simplemente, las necesidades más básicas llaman a los instintos más primales y si la mujer está conectada con ella misma, simplemente surgen. La frase que mejor resume a estas mujeres es algo así como: “ pues es que yo pensaba XXXXXXXXXXX PERO DE REPENTE TODO CAMBIÓ”. Por supuesto, para poder lograr esta conexión la madre debe tener estabilidad emocional... incluso en entornos “hostiles”, el instinto acaba brillando.
¡A las madrigueras! (reproducción prohibida)

Ya se ha comentado antes que ninguna forma de llegar es a priori mejor que otra, y que todas aparecen de alguna forma en la mayoría de las mujeres, pero esta última manera de llegar parece especialmente reconfortante... ¿no sería bonito pensar que TODAS las madres son capaces de cubrir las necesidades de sus hijos simplemente escuchando su cuerpo? Porque no se debe olvidar una cosa: respetar a los hijos es respetar al niño que todavía llevamos dentro.

Beatriz Coronas, psicóloga.

P. S. Quiero agradecer a todas las mujeres con las que comparto problemas, risas, lactancias, favores, abrazos, conversaciones, confesiones...aprendo muchísimo diariamente gracias a ellas. Esta vez, ha sido especialmente Y. la que me ha hecho ser consciente de lo valioso de ser tan distintas y a la vez, tan cercanas. Mil gracias.

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